De qué sirve tener una alambrada tras otra para impedir que pasen al supuesto primer mundo cuando poco a poco el número de personas desesperadas que necesitarán vivir, simplemente vivir, aumentará y aumentará sin cesar.
Solo hay dos maneras de parar a un ser humano con hambre: Matarlo o que simplemente no necesite venir.
La única manera de parar a una población completa que tiene hambre es que no quieran venir.
La pregunta es, ¿estamos dispuestos a dar una oportunidad al tercer mundo? ¿o preferimos que sigan siendo pobres para que nosotros seamos ricos?
No es un sencillo dilema, pero es lo que hay.
Mientras el primer mundo viva a costa del resto, no habrá barrera que pare al que no tiene nada que perder.
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